martes, 29 de julio de 2008

LOS TRABAJADORES NO PODEMOS PASARNOS DE MARACA…no vaya a ser que se acabe la revolución

LOS TRABAJADORES NO PODEMOS PASARNOS DE MARACA…no vaya a ser que se acabe la revolución

Nuestro querido Ministro del Trabajo acaba de decir una gran verdad al afirmar que la exigencia de reivindicaciones “exageradas” por parte de los empleados públicos atentan contra la salud, la vivienda, el transporte, la educación y muchas otras culpas que debemos cargar quienes, insatisfechos con nuestros salarios, reclamamos su revisión.
Imagino que el camarada Ministro del trabajo no está haciendo alusión a mí, a mis compañeros, a la gran mayoría de asalariados (A-S-A-L-A-R-I-A-D-O-S) de este país que todos los días sale a poner su granito de arena para construir la Patria Grande.
El camarada Roberto Hernández, imagino, le está dando un regaño a Ministros, Diputados, Concejales, Directores, familiares, amigos y allegados de los anteriores porque de verdad verdad sus “salarios” son escandalosos; sobre todo si se comparan con los de muchos de los que no somos ni ramos, ni flores, ni vivas ni nada que se le parezca. Pongo un caso: un trabajador universitario, con dos títulos (que a lo mejor no sirven para un coño, pero que existen), que llega a ser Jefe de un Departamento se jubila, camarada Ministro, con un salario REAL de 1.868,34 BsF. Mensuales. Esto, verdaderamente, es una grosería y atenta contra la construcción seria del socialismo que persigue (sin mucha suerte por lo visto) construir una sociedad de iguales. En nuestro caso, Venezuela, pasa lo que en la mayoría de países que han estado experimentando para superar la odiosa explotación del hombre por el hombre y las secuelas perversas del capital: hemos fracasado porque la brecha sigue presente y tenemos una especie de castas o NOMENKLATURA como dirían los rusos cuyo principio pareciera ser el de luchar para ser todos iguales, pero sin olvidar que hay unos más iguales que otros, como diría el puerco de “Rebelión en la granja”.
¿Cree usted, camarada Hernández, que los reclamos de médicos, docentes, trabajadores, obreros, operarios de metro, amas de casa, trabajadoras de las casas de alimentación, enfermeras, etc. por mejores condiciones de trabajo (mejores salarios) , atentan contra la salud, la educación, la vivienda?. Usted, como viejo comunista que aupaba estas luchas en la IV República, sabe que no es verdad. De este lado, el de los asalariados que no somos tan iguales a los otros y que pagamos los mismos precios por alimentación, servicios, medicamentos, pasajes, útiles escolares, que aquéllos, es no sólo justa, sino necesaria, la exigencia de mejores condiciones en nuestros contratos laborales.
El llamado suyo, estoy segura, es a los otros, a los que llegan a ganar la módica suma de 100 millones de bolívares (de los viejos) mensuales; a los que en la Asamblea Nacional ostentan títulos de “representantes del pueblo” y que han convertido a ese organismo en una plenaria (por plena) de 15 y último, a los Ministros mil veces regañados los domingos de Aló Presidente que no justifican, ya no salarios sino sueldos y otras menudencias adheridas al cargo; a Concejales que nadie conoce pero que siguen cobrando en nombre nuestro sueldos, dietas y alguna otra bagatela por “favores especiales”.
Si, camarada Ministro, estoy convencida que usted no me está llamando la atención a mí, a nosotros, a los millones de venezolanos que apenas sobre-vivimos con los salarios que tenemos. Imagino que pronto, atendiendo a su llamado, veremos a los Ministros, Vices, Directores, asambleístas, directores, concejales, etc. haciendo cola para exigir, a viva voz, ser más iguales a nosotros, solicitando rebajas de sus sueldos y beneficios; haciendo cola para inscribir a sus muchachos en las escuelas y liceos públicos, amaneciendo en cualquier CDI o módulo de Barrio Adentro para ser atendidos por los compañeros cubanos; mamándose una pepa de sol para comprar en mercados a cielo abierto la dieta básica y regateando precios (nueva teoría económica aportada por el compañero Elías Jaua) al lado de cualquier pata en el suelo de esta tierra de gracia.
A ellos, camarada Ministro y a usted mismo, por supuesto, debe ir dirigida la crítica. Nosotros, los asalariados de siempre, en la IV y en la V, seguiremos siendo los miserables que queremos conquistar unos cochinos reales más por nuestro trabajo. Y si por esto somos culpables de la situación de miles de compatriotas que no tienen vivienda, de las condiciones deplorables de algunas escuelas y hospitales, no se preocupe. Al fin y al cabo, estamos atentando contra nosotros mismos, porque sólo nosotros necesitamos esas viviendas, esos hospitales, esas escuelas. Los otros, los más iguales a otros, siguen teniendo la opción de Clínicas, Colegios y urbanizaciones a estrenar o recién estrenadas.
SOLO EL PUEBLO SALVA AL PUEBLO
Ana T. Gómez F. (la guara)
itza97@yahoo.com