lunes, 31 de mayo de 2010

LA GUARA

Amiga, por el Duque me enteré de tu carta, la leí con dolor. Lloré. Recordé aquellas jornadas de protestas y marchas donde hacíamos pareja. Tú, con un espray de pintura, haciendo hablar las paredes de toda Caracas, yo, vigilando que nadie te jodiera. Éramos una pareja corriendo a lo largo de las marchas. Unas veces delante otras detrás. Escribías lo que pensábamos, lo que queríamos como país, para el pueblo para los estudiantes.
Pequeñita y sudada, cansada y luchando, corriendo y diciendo coño margarito estoy mamada, pero seguías corriendo escribiendo y gritando. Gritando Y escribiendo la Venezuela que queríamos. Coño Guara se me revienta la vida saberte jodida. Tu dolor me jode, amiga, y me revienta ver tanto cabrón encumbrado y tú jodida, tú que tanto diste por esta vaina.
Ojalá que para cuando esto termine algún revolucionario, de esos que en su puta vida han sudado por defender nada que no sea sus intereses personales, ni han arriesgado un carajo y hoy te dicen seamos como el Che, pendejos, hipócritas y cobardes, hayan dado alivio a tu dolor, aunque sea por un rato amiga.
Aún con la mariquera de la lloradera que tengo, quiero verte así como te recuerdo, pequeñita y sudada, cansada y luchando, echándole vainas al sistema que todavía hoy nos jode nos ahoga nos gana la vida, Guara, amiga. Te recordaré siempre como la amiga con quien compartí días de sustos y alegrías. Donde cada marcha que terminábamos con vida, era un logro, una victoria para los buenos y una derrota que le propinábamos a los malos de ayer y también a los malos de hoy.
Recibe amiga, un abrazo y un beso de quien te recuerda como la mujer valiente que eres, un abrazo de quien hoy lamenta profundamente tu dolor y la cochinada que te ha hecho la puta vida. Viva amiga, viva. Mientras, seguiré llorando un poco más.

Solicitud urgente de ayuda al IVSS

Ana T. Gómez F. (La Guara)

El 14 de mayo pasado, hubo revuelo entre los pacientes trasplantados porque se les informó que ya no les iban a suministrar el medicamento CellCept y que en su lugar se les garantizaba uno con el mismo principio activo llamado Micloflavin.
Mi caso como el de muchos, no es de trasplante; sin embargo, nuestra existencia depende de
ese inmunosupresor por sufrir de Lupus o Neuroplups. Como se quiera que no soy médica, no voy a extenderme en este cuento.
Me quedé tranquila, sin embargo, porque la doctora Verónica Crespo, directora de Fármaco Terapéutica del IVSS aseguró que todavía no habían adquirido el medicamento producto del rechazo y que estaban en fase investigativa. Por algún momento llegué a pensar, incluso, que en un país como el nuestro, donde todo se politiza y se polariza, podía estar pasando algo similar con el mentado medicamento.
Para mi sorpresa, y a pesar de las declaraciones de la doctora Crespo, 4 días después recibí el Micloflavin en lugar de Cellcept, lo que evidencia que sus declaraciones no eran ciertas. Como de todos modos no tengo recursos para adquirir el CellCept en Badam porque uso 3000 miligramos diarios, me dispuse a tomar el nuevo medicamento sin ningún prejuicio.
Hoy, 29 de mayo, no quiero hablar yo. Habla mi cuerpo. Mi cuerpo que no sabe que el país está polarizado; que no sabe que existen acuerdos con países amigos alineados en el ALBA; que no se casa con laboratorios ni marcas.
Doctora Verónica Crespo directora de Fármaco Terapéutica del IVSS; Doctor Jesús Querales, Presidente del Instituto Nacional de Higiene, desde que comencé el nuevo tratamiento no he descansado de las aftas en la boca; tengo consulta odontológica semanal porque mis encías comenzaron a sangrar en abundancia; los vómitos y la diarrea me alejaron de mis ya menguadas actividades cotidianas y el dolor de cabeza, que en el caso de un paciente con neurolupus dicen que es grave, no cesa.
Queridos doctores, desde mi maltratado cuerpo que es lo único que tengo, les solicito revisen las causas por las que de la noche a la mañana, sin el concurso de los pacientes, decidieron por el MENOR COSTO, sin tomar en cuenta que la salud es mucho más importante que las monedas que se puedan ahorrar y que a la larga les puede salir más costoso.

Pensar la Nación: a propósito del Bicentenario de la Revolución de Mayo

Miguel Mazzeo - Frente Popular Darío Santillán


Es común advertir en la militancia de izquierda dificultades un tanto desmedidas a la hora concebir una nación no liberal y no burguesa. Por cierto, después de la última dictadura y de más de un siglo de relatos militaristas y reaccionarios sobre la nación, se ha tornado difícil formular una idea de nación no emparentada con lo más abyecto. Existe, además, toda una cultura política en sectores de la izquierda argentina reacia a la idea de nación. A algunos de los militantes más veteranos muchas veces la dialéctica les quedó trunca y les resultó complicado conjugar lo general con lo concreto, lo internacional con lo nacional, más allá de que el mismísimo Trotski rescatara el patriotismo de los oprimidos.

En los militantes más jóvenes, el rechazo de lo nacional puede reflejar no sólo la impronta de viejas tradiciones, sino también el impacto de la experiencia neoliberal: el economicismo, la falta de referentes históricos, el culto a la técnica, la reivindicación de una condición desterritorializada y el desprecio por la política. También, en el caso de los jóvenes, el rechazo de lo nacional suele ir acompañado por el repudio de los grandes relatos históricos.

Pero ocurre que la nación no ha dejado de funcionar como elemento de identificación de las personas en todo el mundo. Es más, creemos que las condiciones democráticas radicales y el poder popular sólo tienen futuro si logran coagular en marcos nacionales (y no estamos pensando precisamente en “vías nacionales al socialismo”). La nación sigue siendo necesaria para la unidad política, imprescindible para la supervivencia misma de las clases subalternas. Ahora bien, la nación, así concebida, no es un dato de la realidad, es un proyecto de cara al futuro, de cara al mundo del futuro.

Con la globalización neoliberal se reposiciona la cuestión nacional. Esta se expresa, en forma negativa, en cierto nacionalismo fascista que promueve limpiezas étnicas, o en el nacionalismo que se confunde con el extremismo religioso. Pero también se expresa en forma positiva, cuando la nación remite a la riqueza cultural y democrática que se resiste a la universalización totalitaria del capitalismo y a sus estrategias de homogeneización compulsiva, cuando los sentimientos nacionales se encaminan hacia la defensa de la soberanía y la diversidad cultural, y hacia una lucha revolucionaria de las clases subalternas. En el mundo periférico, dos procesos se siguen combinando: el de la refundación de la nación y el de la lucha contra la opresión de clase.

Partimos entonces de la centralidad del aporte de las clases subalternas a la hora de definir y construir la nación. Reivindicamos una idea de la nación popular y democrática, hacia atrás y hacia delante y un horizonte latinoamericano. Y si bien consideramos que esta idea funda una concepción abierta y plural de la identidad nacional, no exenta de contradicciones e intereses heterogéneos, la misma no deja de ser excluyente. Porque nuestra idea de nación no coincide (es antagónica) con la de las clases dominantes (considerando a todas sus facciones). Ocupamos polos antagónicos en el pasado y no deseamos el mismo futuro. Si, como afirmaba Benedict Anderson, las naciones son “comunidades imaginadas”, la nuestra de seguro es muy diferente a la que pueden imaginar las clases dominantes. Porque las clases dominantes locales (agentes del capital trasnacional) difícilmente puedan desarrollar un interés nacional que se contradiga con sus negocios.

En 1910 el Estado Nacional y la clase dominante, cuyo núcleo estaba constituido por la burguesía agraria terrateniente, propusieron un balance histórico optimista al tiempo que fijaban una idea de nación excluyente, militarista, chauvinista, racista, liberal-conservadora y agro-pastoril. Era la época de la “pedagogía de las estatuas” de la que hablaba Ricardo Rojas, una celebración del bronce.

En 2010, aunque desde el Estado se proponga una idea de nación inclusiva –que tuvo su correlato en unos festejos del Bicentenario descentralizados y participativos, en la apelación a una simbología y unas representaciones que excedían con creces los horizontes del populismo más ramplón– no se pone en juego una idea no burguesa de lo nacional, o sea, no se plantea la posibilidad de una nación democrática y popular incompatible con el capitalismo. Además –aunque suene a aguafiestas o a refutación de leyendas– la participación popular estuvo signada por identidades de espectadores y consumidores. En algún sentido, menemismo con otra estética.

De este modo, unas realidades materiales, sociales y políticas que en aspectos sustanciales desmienten el abandono de la matriz neoliberal, conviven con una simbología que, en parte, remite a lo antiimperialista y anticapitalista. Una nueva etapa de la valorización financiera del capital, con todas las fichas puestas en el tipo de cambio, las commodities y el superavit fiscal, convive con una retórica industrialista, productivista y mercado-internista. El Kirchnerismo se ha caracterizado por recuperar la subjetividad de las ausencias pero no por restaurar materialidades, alimentando así un conjunto de fetichismos.

Se nos hace difícil dejar de considerar la posibilidad de que el contenido disruptivo de esa simbología no termine siendo conjurado por el contexto, contradicho por las prácticas e intervenciones que no lo vivifican; que las imágenes de Tupac Amaru, San Martín, Artigas, Bolívar, Emiliano Zapata, Evita, El Che, Allende, etc., devengan superfluas y decorativas. Ese panteón, rescatado desde la conciliación de clases o desde la negativa a perjudicar los intereses de los grupos más concentrados y poderosos del país, con clases populares alejadas de toda responsabilidad de poder político, corre el riesgo de la mistificación, un destino difícil de eludir si tomamos en cuenta que son sectores de la burguesía y la pequeña burguesía los que le atribuyen (a ese panteón, a esa simbología) su propia lengua, su propia moral, su propio horizonte.

Cabe tener presente el caso del PRI mexicano, que supo acompañar sus políticas reaccionarias con iconografías y narrativas radicales, que, hay que decirlo, por sí mismas, nunca son capaces de rebelarse. No hay que olvidar, además, que décadas de neoliberalismo nos legaron un desierto cultural y, como decía Bernardo Bertolucci, en un desierto todo se convierte en espejismo. En fin, creemos que existen condiciones para que esa simbología parcialmente revolucionaria sea tolerada como preciosidad literaria o folklórica.

Notamos una profunda escisión, una negación de las afinidades electivas de esa simbología. Por lo tanto el relato histórico oficial, más allá de lo cercano y apreciado que nos pueda resultar, no da cuenta –como decía Walter Benjamín– de la histórica preparación de la miseria que embarga a las clases subalternas, y por lo tanto no proporciona armas al pueblo para cambiar la situación actual.

La memoria del nacionalismo revolucionario y el socialismo revolucionario sólo puede recuperarse desde una práctica y una perspectiva anticapitalista y desde una narrativa homóloga al mundo, al continente y al país del 2010 y no homóloga a las décadas del 60-70. Lo que significa, entre otras cosas, que el antiimperialismo y la nación, para nosotros, son impensables sin formas de autogobierno, sin el desarrollo de poder popular, en fin, son inconcebibles sin el desarrollo de una democracia que abjure de toda ilusión burguesa, son inviables sin la socialización de las funciones estatales.

No creemos, como han sostenido los más ingenuos, que las representaciones desplegadas en los festejos del Bicentenario puedan ser consideradas como expresión de una “revolución externa” que precede intervenciones radicales en otros campos.

Nos parece innegable que la difusión oficial haya contribuido a masificar un imaginario histórico que presenta elementos imprescindibles de cara a un proyecto popular, radicalmente transformador y que además supo interpelar el idealismo democrático de ciertos sectores de la sociedad argentina. Ahora bien, que esos elementos dejen de ser cotillón, puro pasado o componentes de una ideología que resiste y se integren a una concepción del mundo protohegemónica, sostén de un proyecto popular, depende de nosotros, no del gobierno. Los mejores componentes de ese imaginario podrán ganar nuevos contenidos si se convierten en instrumentos de lucha, si son “vividos” con parámetros diferentes a los oficiales.

Las limitaciones de la propuesta oficial, en parte, está en el nosotros epistemológico anacrónico de la historiografía revisionista (convengamos que orientaciones neorevisionistas pusieron el guión a la celebración del Bicentenario), en su recorte burgués - populista de la nación, en su modo de ver la realidad a través de esquemas binarios desfasados, en su adhesión a los símbolos y rituales no resignificados en función de la nuevas realidades.

El revisionismo, ganado además por el espectáculo y por lo oficial, ha devenido en un instrumento de despolitización, un componente de una ideología no realista ni crítica, y por lo tanto ineficaz para una lucha contrahegemónica. Más allá de sus limitaciones, algunas versiones del revisionismo, en las décadas del 60 y el 70, supieron elaborar relato histórico articulado con la política, es decir: un relato articulable con las praxis de las clases subalternas. Este revisionismo supo de los desplazamientos desde lo historiográfico y lo literario a la lucha política. Su impulso, le venía desde abajo, el pueblo mismo fue construyendo una relación crítica con el pasado. Hoy le viene desde arriba.

El revisionismo resulta insuficiente ideológicamente, a sus razonamientos les faltan nexos fundamentales, la sociedad que alimentaba su mito hace rato que no existe. Por todo esto, por sus estructuras narrativas homólogas al mundo de hace 40 años y por sus clásicas ambigüedades, el revisionismo permite las disociaciones que señalábamos y puede ser asumido y “consumido” como narración sobre el pasado por sectores político - intelectuales moderados y conservadores, por la burocracia sindical, por el sindicalismo empresario, por punteros y especies similares. Dado que en la actualidad, como relato y como simbología, no alimenta identidades y praxis contrahegemónicas, no le molesta a la cúpula empresarial, a la patria subsidiada.

Por otra parte, cuando los derechos humanos, la democracia, el pluralismo étnico - cultural, la cuestión ecológica, de género, etc., se conciben como “narrativas de reemplazo”, escindidas de toda perspectiva anticapitalista, pueden funcionar como los mecanismos más efectivos para la dominación.

En la actualidad, la idea pluralista de lo nacional busca incluir subordinadamente a las clases subalternas a un orden capitalista tibiamente reformado. Expresa un proyecto de poder que busca ampliar la base social de la consolidación hegemónica del período 1976-2001, recurriendo a imaginarios subalternos del período del empate hegemónico (1945-1973) y al reconocimiento de reivindicaciones muy sentidas por el pueblo argentino, sobre todo en materia de derechos humanos. En efecto, ese afán inclusivo expresa el intento de algunas fracciones del capital más concentrado y de algunos sectores de la burocracia estatal (elites políticas) por ampliar las bases de su hegemonía, asimismo da cuenta de los requerimientos exigidos a la recomposición de la dominación por la crisis de 2001. También, hay que reconocerlo, es expresión de la debilidad política de las clases subalternas.

Los compañeros y las compañeras que se conforman con poco podrán decir que es mejor esta idea oficial de la nación que la idea excluyente, la de 1910, la que intentan resucitar infructuosamente la derecha y el liberalismo argentino que, con Macri, han tocado el fondo de la indigencia ideológica y humanista. En la misma línea podrán decir que es mejor un capitalismo reformista que uno salvaje, que es mejor soja y derechos humanos que soja y represión. Y es cierto. Como también es cierto que cuanto más modestas son las aspiraciones, se consiguen menos cosas. Pero lo más discutible es su negativa a salirse de la entropía burguesa, a abandonar el continuo histórico de la modernización excluyente en el que se insertan (con o sin culpas), el ámbito de lucha estrecho y burgués en que deciden moverse, la perspectiva conservadora y convencional que terminan aceptando: ¿expresa realmente el kirchnerismo un proyecto de capitalismo nacional y reformista? ¿Es posible tal camino en las actuales condiciones del capitalismo mundial? ¿Se puede concebir al capitalismo “neodesarollista” como una “etapa” a un orden superior? Lo intolerable, básicamente, es la mediocridad del horizonte: ¿debemos conformarnos con optar entre el modelo de acumulación de la fracción diversificada de la burguesía o la versión de acumulación “clásica”, “rentística” (y de seguro represiva) de la fracción oligárquica? ¿Debemos resignarnos, definitivamente, a carecer de un proyecto propio?

Nosotros confiamos en revertir la situación de indigencia ideológica, política e historiográfica de la izquierda argentina.

Nosotros seguimos apostando a la construcción colectiva de un gran relato del proceso popular, un relato que sólo se irá delineando al calor de las luchas por modificar las relaciones de fuerzas en la sociedad actual.

Un proyecto de nación popular – democrática afectará los intereses de los grupos más concentrados y poderosos de la Argentina y el mundo, exigirá, por lo tanto, la profunda politización de las clases subalternas.

Estamos lejos del punto de vista del intelectual megalómano (oficialista u opositor “de izquierda”; caduco plagiario, repetidor de arcaísmos o buscador de novedades radicales) que cree que lo prioritario es cambiar los paradigmas y las narrativas para cambiar las subjetividades, escindiendo el pensamiento de los procesos de masas.

Nosotros seguimos soñando y militando por una nación y un mundo construidos por nosotros mismos y no impuestos por los poderes ajenos (aunque nos tengan en cuenta, nos den un lugar en el ritual y nos repartan estampitas con las imágenes de algunos de nuestros símbolos más significativos y queridos).



Lanús Oeste, 30 de mayo de 2010

(Año del Bicentenario)

viernes, 28 de mayo de 2010

A 215 años de la insurrección de esclavos en la Sierra de Falcón: Impresiones sobre el encuentro de Macanillas


“Dice mi pueblo que puede leer en su mano (…) el destino
y que no hay adivino ni rey, que le pueda marcar el camino que va a recorrer”.


Alfredo Zitarrosa


Es difícil describir lo que significa caminar por lugares donde otros y otras han transitado y han dado la vida en la lucha por la existencia y por la dignidad. Caminar la Sierra de Falcón es tener presente en la memoria de dónde venimos como pueblo, desde cuándo se gestan nuestras luchas. Cuáles han sido y siguen siendo los territorios en resistencia, y es desde esos lugares donde emerge la certeza de otra forma posible de mundo. En Venezuela, en nuestra América y en el mundo, afortunadamente las trazas de lucha, de posibilidad, de emancipación son numerosas, son diversas.


El fin de semana en Macanillas distintos colectivos, comunas en construcción y movimientos populares, tuvimos la oportunidad de vernos como cada año, en un encuentro de procesos, de los distintos y distintas que nos juntamos para luchar contra lo antagónico, que es el sistema capitalista, el neoliberalismo, el imperialismo, la opresión y la discriminación en todas sus formas. Distintas expresiones de poder popular nos encontramos para seguir debatiendo y cimentando la unidad del pueblo, que creemos es la única manera de construir la revolución bolivariana, de avanzar hacia el socialismo nuestro.
Desde el viernes comenzamos a llegar con nuestras experiencias en la espalda, con cuatros y tambores, con semillas, con alegría, con espíritu de lucha, y bajo la mirada del Zambo Chirinos, que se erige presencia a lo ancho y largo de la sierra; con la compañía de los y las camaradas que empuñaron su fusil hace décadas, y cuyo combate no es olvido.
El sábado 08, los truekeros y truekeras tuvieron la oportunidad de juntarse a debatir, preparar el próximo encuentro nacional que será en Barlovento (10 al 12 de junio), y dibujar perspectivas. Otros y otras, aprovechamos para fortalecer la articulación territorial, sentándonos las comunas en construcción y otras experiencias organizativas en un espacio de la región centro-occidental-llanera, en donde, además de socializar lo que cada espacio territorial viene haciendo y avanzando en el ejercicio del poder popular, se definieron líneas de acción y continuidad en cuanto a los espacios de formación, la sistematización de materiales, y el intercambio de experiencia. Con el compromiso de seguirnos encontrando como eje, y de seguir avanzando a través de planes y luchas conjuntas, desde el apoyo mutuo y el reconocimiento como pueblo.
También, se participó en talleres de artesanía, de guerrilla comunicacional, compartimos música y tambores, y por supuesto, la comida, en el marco de un ejercicio de autogestión de los compañeros y compañeras de la Confederación de Consejos Comunales José Leonardo Chirino.
El domingo, iniciamos un recorrido por lugares emblemáticos de la sierra, en una marcha de saludo por distintos lugares, Guayapa, Curimagua, rumbo a Macanillas, a la Plaza José Leonardo Chirino. Sin embargo, nuestro andar se vio detenido por las contradicciones y ataques producto del divisionismo, y de intereses que históricamente se han aliado para fracturar al pueblo, para debilitar la organización.
Sin ahondar en detalles (propongo revisar el comunicado emitido http://www.rednacionaldecomuneros.blogspot.com/), un sector que desconoce la histórica organización del pueblo de la Sierra, intentó detener la marcha, sin mediar palabras, con una lluvia de piedras, dejando a tres heridos, entre ellos, un niño. Quienes estábamos allí, entendemos que ese ataque forma parte de las contradicciones y complejidades de lo que implica construir el poder popular desde lo comunal, pero no por eso debe ser “normal” o “natural” la agresión y el ataque; repudiamos las acciones violentas que causan provocación y agresión entre el seno del pueblo. Más, cuando son producto de prácticas clientelares, verticalistas, de quienes piensan que la construcción y ejercicio del poder popular pueden ser recetas técnico-burocráticas y no procesos que deben apuntar hacia la emancipación.
En tal sentido rechazamos contundentemente toda práctica (a todas luces contrarrevolucionaria) que conlleve a confrontaciones entre el pueblo; por lo tanto señalamos las políticas institucionales promovidas desde sectores de poder en el estado, que reproducen lógicas de dominación imperialista, antagónicas a las banderas de lucha histórica de nuestro pueblo y que en los últimos años hemos enarbolado en todos los frentes de batalla política, en las calles el 27 de febrero de 1.989 contra el modelo neoliberal, y en las calles el 13 de abril de 2.002 contra el intervencionismo yanqui, ratificando nuestro ideario emancipador, rebelde e insurgente, en este año bicentenario.
Este incidente no detuvo la marcha, y continuamos con las actividades, discutiendo desde los distintos movimientos y colectivos presentes cómo venimos tributando desde nuestras prácticas a la unidad del pueblo, en el marco de la construcción del Estado Comunal, como vía fundamental hacía la construcción de nuestro Socialismo.
Sin lugar a dudas, la cita anual en la Sierra es producto y reflejo de los esfuerzos del pueblo en construir su camino de liberación y revolución, desde los llamados de unidad, desde la firmeza que dan la lucha y la dignidad. Nos fuimos con la ayuda de El Arriero (el transporte comunal) con la certeza cada vez más firme de que nuestro camino indoblegable es el de fortalecernos desde la organización popular para poder avanzar; que nuestro camino, el que rescatamos día a día, de: ¡PATRIA, SOCIALISMO O MUERTE! está atravesado por las gestas históricas constituyentes de nuestro movimiento popular de ayer, que es el mismo que hoy batalla en montañas, barrios, caseríos, costas y selvas

sábado, 22 de mayo de 2010

AHORRO ENERGÉTICO (y III) Seneca Nueva Esparta

Juan Carlos León

Varias semanas han pasado desde los dos primeros artículos (ver AE I y II) donde toqué mi desafortunada experiencia con el fulano ahorro energético. La razón está en que decidí esperar un tercer recibo con su respectiva nota de aviso de corte, por no cumplir con la responsabilidad de pagar el servicio eléctrico.
Me negué a cumplir durante algunas semanas, al final sabía que tan pronto me llegará el tercer recibo con el aviso de corte, saldría raudo a cancelar. Pero no llegó. Los dos recibos de mi infortunio llegaron raudos, rápidos, casi uno detrás del otro, pero el tercero no. Quizás fue mi desesperación por ver los resultados de mis desvelos, intransigencias, impertinencias, fastidios, manías, mi mano férrea y consabida pichirres con lo del ahorro energético. Aunque en estos casos suele pasar lo contrario, todo se hace más lento, más lento. Me pasó casi como cuando esperamos afanosamente la nota de algún examen; cuando llega, deseamos que nunca hubiese llegado.
El caso es que desde ese aciago momento, aflojé. Ya no estaba detrás de cada cosa encendida para apagarla. Ni se me oían en ninguna parte de la casa las peroratas a favor del ahorro y el planeta y la energía y la ecología y el fin del mundo, etcétera.
Esta misma semana que concluye, exactamente el jueves 20 de mayo, llegó un joven a cortar la luz, como suele decirse. No hubo un aviso, una amenaza, una increpación al pertinaz moroso, no hubo papelito previo, recibo final. Ahora díganme ustedes, si no es como para agarrar la madre de todas las arrecheras. Nada, solo el corte ineludible y cruel. “Venimos a cortar la luz”.
Seneca, y es que tiene que ser Seneca, pues ninguna empresa que se diga socialista y que sea manejada por socialistas revolucionarios de afiches del Che en sus flamantes oficinas, funcionarios de operativos con gorra, chaleco y franela roja, podrían, primero: permitir que a un ahorrador fanático, a quien deberían tomar como ejemplo universal del cómo se debe comportar una persona con sentido del ahorro, una persona que no ha necesitado un operativo y una cámara para cuidar y ahorrar, le echen este soco de vaina. Tiene que ser seneca, empresa adeca, privada, escuálida. Ahí deben estar los mismos tipos y tipas de antes, pero ahora vestidos de rojo, no puede existir otra razón para justificar tanto desatino y encono en contra de un ser humano.
Varias desesperadas llamadas finalmente encontraron oídos manos y todo de un solidario hermano quien veloz, acudió a realizar el pago de la deuda, poniendo fin a la pifia que pudo ser mi salto definitivo hacia ningún lado. Estoy persuadido de las manos sucias en algún oscuro y malévolo plan, por eso no hay poder alguno que pueda convencerme del error ¿un error? tal vez, pero dos seguidos y uno tercero para rematar: orden de corte sin la previa y normal notificación o aviso, no me la calo.
En seneca y en toda Nueva Esparta, algo está realmente podrido.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Tres años del “fin de la concesión” de RCTV: ¿cuándo dejamos de ser rebeldes?

Cecilio Canelón

En estos días (27 de mayo) cumplimos tres años sin RCTV. Es bueno decirlo así y no en forma proactiva (como dicen los manuales de autoayuda), o sea, no montarnos en una celebración que no tendría sentido: “En estos días cumple años en el aire TVES”. Da para otro artículo ese asunto de la Televisora Social (¿por qué todavía no tenemos un programa seguido y aceptado por los venezolanos, o al menos por los venezolanos convencidos y participantes del proyecto bolivariano? ¿Son pocos tres años?), pero el que nos ocupa hoy va más bien por el lado del recuerdo de las tensiones del año 2007. La inquietud que recorrió las calles, el despertar bullicioso de la escualidez, y la revelación de nuestra tremenda inseguridad como chavistas o gentes que queremos o decimos querer echar adelante una Revolución. Así que esta breve reflexión no tiene que ver con calidad de televisión ni programas nuevos o viejos, sino con una pregunta que requería mente fresca y algo de serenidad, cosa que tenemos ahora: ¿Cuándo dejamos de ser rebeldes? ¿Cómo se puede hacer una Revolución desde la inseguridad y el miedo a los poderosos y (peor) al qué dirán?
Datos para la primera pregunta: la rebeldía es un ingrediente fundamental para echar a rodar cambios revolucionarios. Sin ese elemento no es posible ni siquiera el acto simple de meterse con los poderosos, afectar sus intereses; sin rebeldía no es posible ni siquiera el gesto primario de rebelión que significa faltarle el respeto o alzarle la voz a ese poderoso, o empinarse cuando nos ordena arrodillarnos. Ese requisito quedó más o menos cubierto cuando el Gobierno decidió que la programación de ese canal no salía más por señal abierta, y nosotros como pueblo celebramos y defendimos esa decisión. El “problema” (o más bien nuestro arrugue ante el problema) sobrevino después.
Segunda pregunta: ¿cómo puede una sociedad hacer una revolución si quienes la promueven tienen miedo o vergüenza de molestar al enemigo? La línea discursiva que se impuso desde las alturas oficiales en aquel momento era de un tembloroso que daba tristeza: estaba prohibido decir “El Gobierno cerró o le quitó la señal a RCTV”. Las normas (imagínense, una Revolución respetando normas burguesas) indicaban que era necesario presentarlo todo como un acto legal, pulcro, derechito y sin sobresaltos: no fue que cerramos RCTV, sino que se le acabó la concesión al grupo 1BC y el Gobierno decidió no renovársela. Esto fue estrictamente así, pero en un proceso revolucionario ¿qué tienen los revolucionarios que andar justificando nada ante los poderosos, ante el enemigo que se quiere derribar de su pedestal de privilegios? A unas familias que han expoliado al pueblo pobre durante siglos, una burguesía insolente, ¿hay que explicarles que existen unos papeles que justifican nuestra acción revolucionaria? En una Revolución a los mafiosos, a los burgueses y residuos de la aristocracia hay que decirles “Miren señores, ustedes tienen esta empresa o este privilegio y el Gobierno Revolucionario se lo está quitando, ahora vayan a llorar a donde quieran, esto es una expropiación y aquí se acabó el reinado de los super empresarios”. ¿Ustedes se imaginan a Bolívar explicando ante el mundo las razones legales de la Guerra a Muerte? ¿Qué ley ni qué nada si lo que estamos es en guerra?
El tiempo ha dicho cuán equivocada estuvo aquella estrategia de arrebatar con pena de hacerlo: en aquel 2007 a esa blandenguería y esa inseguridad nuestra se le notaron las costuras, y en diciembre la indefinición se tradujo en derrota electoral (fue el año en que perdimos el referendo para la Reforma). En 2007 los escuálidos retomaron su acción en marchas y discursos encendidos y eso los hizo ver a la ofensiva; y nosotros, que supuestamente somos los que estamos al ataque porque somos revolucionarios, invertimos todo el año en dar explicaciones temblorosas: "No vale, no el Gobierno o cerró un canal, lo que pasa es que se le terminó la concesión y entonces el artículo tal de la Ley de Telecomunicaciones indica que...".
Este año el Gobierno está expropiando y nacionalizando a paso vertiginoso, con una diferencia: ahora no hay “fin de la concesión” ni artimaña con aspecto legal sino puro y simple acto soberano de quitarles a los ricos lo que necesitamos los pobres. Así es que se gobierna y así es que se hace Revolución: no disfrazando nuestros actos audaces sino restregándoselo en la cara al enemigo. Ante la prepotencia del poderoso, altivez del pueblo. Esa es la fórmula para sabernos en rebelión y sentirnos orgullosos por ello.

viernes, 14 de mayo de 2010

Rebeliones de los negros: primeros actos de emancipación independentista

Antonio Barrios - ABN

Una de las primeras explotaciones que sufrieron los africanos de manos de los españoles fue a propósito de la llamada pesca de perlas. Y cada vez que los negros descendían obligados en el agua salobre por el afán de lucro de España, también se alimentaba su espíritu rebelde.

“Los negros sufrieron las tremendas penalidades de la pesca de perlas mientras ésta fue una actividad floreciente. Los más terribles esfuerzos se exigían a los buzos, quienes a veces 'reventaban' y los dueños simplemente los sustituían”, expresa Miguel Acosta Saignes en su libro Vida de los esclavos negros en Venezuela.

Los echaban al mar, una y otra vez, para que se sumergieran en las profundidades a excavar entre la arena y extraer las codiciadas ostras perlíferas. Venían de algún lugar de África, y sus pulmones se agotaban cada vez que eran obligados a descender al fondo marino.

“En 1603 se sublevan los negros en las rancherías de perlas en la Isla de Margarita que desde los comienzos de la conquista se transformó en uno de los centros más importantes de esclavización, en razón de la necesidad de mano de obra para la extracción de perlas”, expresa el historiador Federico Brito Figueroa, en su libro Insurrecciones de los esclavos negros en la sociedad colonial venezolana.

Las rebeliones se repitieron en otras rancherías de perlas, en las minas, en las haciendas cacaoteras, cafetaleras, azucareras, y también se hicieron presentes otros actos insurgentes que rompían con el orden simbólico impuesto por los europeos y por su estructura de jerarquías sociales excluyente y racista.

Brito Figueroa es uno de los primeros en denunciar la intención de algunos historiadores en presentar la lucha de esclavos negros en la sociedad colonial venezolana como esporádicas acciones sin contenido económico y social, y demostrar que la masa de pobladores africanos y sus descendientes aceptó pacíficamente la institución esclavista impuesta por los colonizadores blancos.

El historiador Luis Felipe Pellicer, quien actualmente está a la cabeza del Archivo General de la Nación (AGN), también alza su voz en este sentido: “Hay muchos historiadores que piensan que el pueblo no es conciente de las razones de su insurgencia y de su rebelión, y la consideran como un movimiento telúrico sin razón, sin conciencia, pero hay una conciencia política de por qué se insurge”.

Además, refirió que hay una intención de emancipación siempre que hay una intención de imposición de sistemas opresión que limitan, coartan y suprimen la libertad.

“El proceso de rebeliones, de insurrecciones, insumisiones en contra del sistema opresivo que además era el sistema capitalismo en ciernes, incipiente, que está allí en 1498, y es contra ese sistema que empiezan a insurgir los pueblos indígenas y los pueblos africanos sometidos a condiciones de esclavitud durante el siglo XVI, XVII y durante el siglo XVIII”, expresó.


Cien azotes y mutilación al negro que alce su mano

“Cualquier negro que tomase a brazos y alzare mano para dar a algún cristiano le sean dados cien azotes y le corten la mano derecha”, así rezaba una de las ordenanzas de Nueva Cádiz alrededor del año 1537, que también se contemplaban castigos como mutilaciones de pies, castraciones y hasta la muerte.

Actos como estos soplaban la encendida candela de la rebeldía que terminó de estallar en insurrecciones como la del Negro Miguel, en las minas de oro de Buría, cerca de Nirgua, estado Yaracuy. Este alzamiento se extendió desde 1553 a 1556, que el profesor Ramos Guédez ubica entre las primeras.

La noche en que Miguel iba a ser castigado con rigor se resistió a ser nuevamente humillado, vio una espada a su alcance, se defendió del torturador y huyó al monte. No eran impulsos inconscientes lo que movían a Miguel, las razones tenían un fundamente lógico: “Conseguir la libertad que tan justamente la podían procurar, pues habiéndolos Dios criado libres como las demás gente del mundo (...) los españoles los tenían sujetos y puestos tiránicamente en perpetua y miserable servidumbre”, como expone en una cita Brito Figueroa.

La lucha de Miguel no se agotó con su muerte. A su impulso emancipador se le unió al movimiento de resistencia de los Jiraharas que provocó, tiempo después, que los españoles abandonaran las minas.

“Aunque materialmente vencido, el Negro Miguel, sirvió de inspiración y guía al levantamiento de la etnia Jirahara, que se mantuvo en pie de guerra e irreductible durante casi setenta y cinco años, lo que daría como resultado la república de zambos y mulatos”, expresa José Bracho en el libro Chimbánguele: paradigma del cimarronaje cultural en Venezuela.

Rebeliones, rebeliones y más rebeliones

Sublevación de negros perleros, 1603; incursiones en los hatos, 1726; la sublevación Andrés López Rosario, Andresote, en los Valles de Yaracuy, en 1732; la insurrección de 1749 en la provincia de Caracas, la sublevación de Guillermo Ribas, 1771; Miguel Jerónimo, alias Guacamayo, 1794, cumbes, cimarroneras y más cimarroneras.

El historiador José Marcial Ramos Guédez prosiguió con la enumeración de rebeliones, y cuando llegó a la rebelión de José Leonardo Chirinos, en la zona de la Serranía coreana, estado Falcón, en 1795, tomó aire y se extendió:

“Fue la de mayor importancia en el período de la Colonia, en el que se señala que hubo la participación de más de 200 personas esclavizadas, e incorporaron a algunos indígenas, hombres y mujeres también”.

Ramos Guédez señaló que esta rebelión no sólo levantó la libertad como un elemento de lucha, sino que hubo una propuesta por la soberanía, de establecimiento de un gobierno soberano.

“Este insurrección estuvo vinculada con el movimiento de los Jacobinos Negros, que en esa época estaban en pleno apogeo en Haití, en Martinica y en Guadalupe. Esta lucha tiene que ver con la aspiración y los deseos de poner en práctica los famosos principios de la revolución francesa: libertad, igualdad, fraternidad”.

El movimiento de mulatos, negros esclavos y libres, liderado por Chirinos, tomó la hacienda El Socorro. Proclamaron una República de Igualdad, decretaron la abolición de los privilegios, la liberación de los esclavos, la eliminación de la nobleza blanca y la suspensión de los pagos de tributos. “Hasta que traicionado por un soplón (Chirinos) fue tomado preso y condenado a muerte en la horca”, explica Brito Figueroa.


Las insurgencias y la concreción

“El hecho de incorporar a los mulatos, a los pardos, con representación así no sea directa, sino a través de un blanco, en este caso José Félix Ribas como diputado de los pardos tanto en la Junta Suprema como al Congreso Constituyente de 1811, eso es un cambio radical”, explicó el profesor Luis Pellicer.

Tanto las rebeliones citadas como otras acciones que violaban el orden simbólico de la sociedad colonial como insumisiones y resistencias pasivas, produjeron cambios concretos, que aunque lentos fueron progresivos, como el caso de esta representación que ganan los pardos que para para el historiador refleja un símbolo de la transformación que estaba viviendo esa sociedad.

“Hubiera sido impensable que un pardo pudiera participar, por ejemplo en el Ayuntamiento de la sociedad colonial. Esos cambios son evidentes en algunos documentos encontrados donde los pardos y negros, se atreven a decir cosas que habría sido impensable decir: 'Yo hasta en los talones llevo el patriotismo, una cosa de subversión tremenda”, agregó

Abolida la esclavitud, al menos en el papel, en 1854, entran en actividad los partidos liberales y conservadores, en la década de 1860 a 1870, y los descendientes de africanos se incorporan a los partidos políticos aunque en los sectores dominantes persisten prejuicios coloniales y discriminación.

La antropóloga Iraida Vargas afirmó que el racismo colonial y republicano sancionó negativamente al mestizaje, lo que produjo la exclusión social de la mayoría de la población mestiza, compuesta fundamentalmente por mulatos, mulatas, zambos y zambas, que posteriormente pasó a integrar mayoritariamente los sectores populares urbanos.

Sobre una barca, un español recibía las perlas, los negros tomaban aire y volvían a sumergirse en las profundidades del mar, la rutina se repetía desde el amanecer hasta los últimos rayos de sol, y el 27 de febrero de 1989 volvió a despertar la rebelión.

“El conocido Caracazo, la primera rebelión popular contra el neoliberalismo que haya conocido la humanidad. La condición de minusvalía que existió desde la colonia entre las clases populares venezolanas se vio reforzada y se reprodujo siempre de manera creciente en la misma medida en que se fortaleció la pobreza en la cual han vivido desde entonces tales clases”, concluyó Vargas.

sábado, 8 de mayo de 2010

Agredidos trabajadores campesinos de Leguminosas del Alba por agentes del CICPC

  • Ocurrió a la salida de la Planta de Leguminosas del Alba Bravo Cacique Yaracuy

Misión Boves / Mov. Campesino Jirajara

Ayer 6 de mayo, aproximadamente a las 6 y media de la tarde, agentes del CICPC, del grupo Cruces de Poliyaracuy y de la Brigada Antiextorsión de la Guardia Nacional, todos armados hasta los dientes con fusiles de asalto y demás parafernalia armada, retuvieron de forma violenta y arbitraria a un grupo de trabajadores de la Planta de Leguminosas del Alba Bravo Cacique Yaracuy adscrita a la Corporación Venezolana Agraria (CVA) que a su vez es una empresa mixta Cuba-Venezuela, en Urachiche.
Al concluir la jornada, una primera camioneta en la que también iban altos directivos de la CVA es interceptada por un auto no identificado. En un primer momento, los tripulantes de la pick up Tucson creyeron que se trataba de un asalto, por lo que inmediatamente se comunican con otro grupo de compañeros que tenían poco de haber salido para que solicitaran apoyo policial.
Inmediatamente el segundo grupo -que también se desplazaba en una Tucson, ambas pertenecientes a CVA Leguminosas del Ministerio de Agricultura y Tierras, ambas portando el logotipo de la institución- se desplazan hacia las cercanías de la planta donde el primer grupo estaba retenido, con dos efectivos de Poliyaracuy que los acompañan.
Para sorpresa de todos, los asaltantes se identifican como funcionarios del CICPC y el grupo BAE, señalando que están realizando una operación antisecuestro por lo que los funcionarios de Poliyaracuy se retiran. Alegaban los agentes que ambas camionetas están implicadas en acciones de secuestro, de acuerdo a “información” que obtienen presuntamente de declaraciones de “unos malandros presos” -en palabras del detective que dirigía la operación- que “confiesan” haber empleado camionetas del gobierno para secuestrar.
Sin ningún tipo de orden de fiscalía, así como sin siquiera identificarse y empleando argumentos irresponsables y pueriles, los agentes, en particular quien luego trascendió ser el detective Maxi Ruiz del CICPC en Nirgua decide subirle el tono a la situación y comienza a agredir, amedrentar y amenazar de muerte al grupo de trabajadores. A tal punto que el tal Ruiz primero apunta con su pistola a Ángelo Alvarado y luego a José Dudamel, ambos destacados luchadores agrarios yaracuyanos y trabajadores de Leguminosas del Alba. De la misma forma, el también luchador Gabriel Gil decide interceder, recibiendo por igual amenazas del detective Ruiz, primero invitándolo a “darse unos coñazos” y luego jactándose de que le iba a pegar un tiro en la cabeza. En el ínterin, varios de los compañeros y compañeras logran comunicarse telefónicamente estableciendo contacto con los medios, denunciando la situación irregular por Radio Nacional de Venezuela. Finalmente, al hacerse pública la actuación de los agresores, deciden retirarse.
Las denuncias fueron realizadas en Fiscalía y el CICPC, luego de la agresión.
Algunos detalles no tan irrelevantes
-Quince días atrás, Danni Báez, también trabajador de Leguminosas del Alba sufrió un atentado similar, con el mismo procedimiento. Báez fue interceptado por una camioneta con sujetos armados no identificados, creyendo que se trataba de un asalto, Báez acelera por lo que los agentes encubiertos abren fuego contra la camioneta impactando el vehículo tres veces. Se trataba de agentes del CICPC.
-En septiembre y noviembre del pasado 2009 fueron robadas dos camionetas de Leguminosas del Alba al mejor estilo secuestro express. En ambos casos, la respuesta de las autoridades del CICPC y del grupo BAE de la Guardia Nacional fue nula.
-El argumento de las camionetas empleadas se cae por su propio peso ya que existen grupos del crimen organizado con perfecta capacidad de emplear camionetas robadas como de parapetear vehículos con logotipos del gobierno, partiendo de la premisa de que eso es en realidad lo que buscaban los agresores uniformados. Pero en todo caso, se tratan de camionetas que circulan a la luz del día empleadas para el trabajo y por ciudadanas y ciudadanos conocidos por su honestidad y por su larga data en la lucha campesina. Por lo que se hace innegable, una vez más, el afán criminalizador de la lucha del proletariado rural yaracuyano y la connivencia de los cuerpos represivos del estado Yaracuy, responsabilidad que mediante la cadena de mando recae en el gobernador Julio León Heredia, que goza de buenas relaciones con los propietarios de la zona, y que por lo demás llega a la gobernación gracias al voto del pueblo chavista, como los trabajadores de Leguminosas del Alba.
-Que la operación haya sido dirigida por Maxi Ruiz, detective del CICPC adscrito a Nirgua trae a colación una hipótesis poco descartable al situar en contexto la agresión de ayer 6 de mayo, ya que el mismo día fue rescatada la finca Las Carolinas, en Nirgua, propiedad de aquel epígono de la Cuarta República y agente entreguista y neoliberal Diego Arria: dada la tradición del genocida latifundio yaracuyano y la demostrada complicidad del aparato jurídico y de seguridad del estado Yaracuy, se hace muy difícil negar el vínculo entre ambas acciones, por lo que se ensancha aún más el expediente de agresiones, criminalizaciones e intimidaciones por parte de los enemigos del pueblo.
Conclusión
Como seguimos y seguiremos denunciando, la guerra silenciosa contra el pueblo revolucionario sigue desarrollándose sin que se logre cortar en seco las acciones de propietarios y latifundistas mientras el pueblo bolivariano pone su sangre para la lucha, para el trabajo, y por eso, para la muerte. Las contradicciones dentro del Proceso Revolucionario se vuelven insostenibles, se hace necesario encabalgarlas y hacer la justicia que históricamente se merecen los explotados a lo largo del territorio nacional.

¡Basta de criminalizaciones y persecuciones!
¡Basta de complicidades e impunidad!
¡Basta de asesinatos de dirigentes agrarios y sindicales!

jueves, 6 de mayo de 2010

Esto es guerrilla: esto es arte del pueblo

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Editorial del semanario Temas-Venezuela (07-05-2010)

Entre las muchas cosas que detestan la derecha venezolana y su servidumbre dispersa en los espacios informativos (más bien deformadores de la realidad) se encuentra todo lo que les recuerde que en Venezuela se ha activado una rebelión. Cierto que esta es inédita: pacífica, respetuosa de libertades fundamentales y muchas veces más tolerante con la conspiración de lo que muchos quisiéramos. Pero es una rebelión de pueblo. Y a nada teme más el poder económico que a la idea de que el pueblo ahora tiene poder, libertad y posibilidades de expresión inimaginables cuando ellos tenían el control del Estado.

Justo en estas semanas la institucionalidad del Estado se ha manifestado en apoyo de una práctica o forma de autodefensa popular en contra de las corporaciones de la información. Se le ha llamado “Guerrilla comunicacional”, lo cual a pesar de su nombre relampagueante (e inquietante para algunos) no es otra cosa sino la activación masiva del ciudadano-comunicador; la toma de conciencia por parte de la juventud bolivariana, de que el derecho a la información no debe ser monopolio ni patrimonio de élites académicas o gremiales, sino un derecho de todo el pueblo. El pueblo se ha desatado a informar y a exigir su derecho a ser informado, y en ese acto de emancipación está produciendo formas muy pundonorosas, atrevidas y audaces de arte callejero. Los murales del colectivo La Piedrita (23 de Enero, Caracas) que han generado gritos de pavor en el antichavismo más reaccionario, son una muestra de los poderes creadores del pueblo, y son creación, por cierto, de Nelson Santana. Este caballero estudió artes plásticas en Francia y prefirió dejar la vida relajada que le ofrecía París para venirse a producir lo mejor del muralismo hecho en su parroquia. Otro se hubiese aburguesado y quizá estaría ganando millones; Santana prefirió venirse con su pueblo y entregarles a los jóvenes su técnica y su talento: eso es guerrilla comunicacional.

El antichavismo, que tanto se ha llenado el hocico exigiendo libertad de expresión, ahora exige que el Estado silencie estas manifestaciones de arte y libertad. Pero el Estado, en cambio, le ha dado su reconocimiento. Si la oposición hubiese sido gobierno en Europa no hubiesen sido posibles Dalí, Picasso o García Lorca. Si tuviera el poder de otras épocas y otros lugares, la Iglesia hubiese proscrito (o torturado, o quemado en la hoguera) a centenares de pintores, cineastas, escritores y poetas que se han burlado de los íconos de la santurronería católica. A Cristo lo han presentado fornicando con María Magdalena, de la imagen de muchos personajes “santos” se han derivado obras que los presentan como aberrados y nauseabundos engendros. Los defensores de la “moral” por lo general protestan pero el arte y la cultura siempre se imponen… y la Iglesia jamás logrará justificar cómo es que mientras arma escándalos por murales artísticos sus “príncipes” siguen violando niños en todo el mundo.

Que siga la guerrilla, y que muera la “moral” de los perversos.