miércoles, 24 de marzo de 2010

Entrevista a José Pimentel, dirigente campesino de Cojedes

*El camarada sobrevivió el año pasado a dos atentados ordenados por latifundistas, y ahora se lanza a la lucha por un puesto en la Asamblea Nacional


Diego Sequera


“Bueno, echándole la leyenda o el cuento de lo que me ha pasado en la lucha contra el latifundio, desde el mes de marzo del año pasado hasta septiembre de este año fui atentado por dos veces contra mi persona por sicarios pagados por los latifundistas, donde hay pruebas públicas, donde los culpables son ellos los latifundistas y no es nada más solamente el atentado sino el ataque que me hicieron, con el tiro en la cabeza, me dispararon por detrás. Caí totalmente, perdí el conocimiento, estoy en rehabilitación, duré aproximadamente mes y medio sin mover del cuello hacia abajo nada, ahora es que estoy empezando a mover partes del cuerpo, la pierna, y bueno luchando, pero yo te digo honestamente, eso que se llama latifundio deberían prestarle la mano y eliminarlo”.
Así arrancó la conversa con José Pimentel, dirigente campesino del estado Cojedes. Pimentel es uno de los dirigentes más importantes y combativos del actual movimiento agrario revolucionario. Pimentel, como el yaracuyano Nelson López (asesinado por sicarios el 14 de febrero de 2009, también tiroteado por la espalda) son hombres que resumen con su vida la lucha contra el latifundio, y también contra la impunidad. El tono de Pimentel, que pareciera combinar la arrechera histórica con el dolor personal, marcando sin planteárselo una clara distancia entre lo que es la lucha por la tierra en sí, del tono seudoesperanzador y triunfalista que en ciertos momentos esgrime el discurso oficial, cuando la guerra contra el campesinado arrecia de forma descomunal.
Digresión necesaria
En 2009, Pimentel sufrió el primer atentado el 4 de marzo en plena avenida Bolívar de San Carlos, estado Cojedes, frente a la fuente de soda Sagitario. En pleno mediodía, recibe cuatro disparos de mano de un sicario (en el rostro, el pecho y el brazo izquierdo). Pimentel logró sobrevivir y fueron capturados los autores materiales, sin embargo, como en el caso de Nelson López, el autor intelectual se encuentra en libertad. El 11 de septiembre, luego de dura recuperación, también en pleno mediodía pero en este caso en las instalaciones del Instituto Nacional de Tierras (Inti) en San Carlos, sufre el segundo atentado, recibiendo tres disparos, perdiendo parte de la masa encefálica, pasando varios meses en coma y contra todo pronóstico, recuperándose y con una lucidez sorprendente Clic aquí para leer entrevista previa, antes de sufrir el segundo atentado (septiembre 2009).
“Estos ciudadanos, con armas de cualquier calibre, pagados por los terratenientes, arremeten contra quien sea a la hora que sea, sin importarles nada”, denuncia. “No puede seguir el latifundio matando gente como lo han hecho. Nos han perjudicado, han tratado de vejarnos, de vejar a nuestras familias, han violado mujeres, nos han puesto al escarnio público en cualquier parte del país”.
-¿Persisten las amenazas después del segundo atentado?
-A cada rato, esa es la voz del día. Esto es un sacrificio lo que hacemos, es un calvario lo que estamos pasando, todos los días salimos a la calle viendo a todos lados, claro, sabemos que tenemos que cuidarnos nosotros mismos, pero no es lo mismo cuidarse sin que te estén buscando que cuidarte sabiendo que te están buscando, tienes que tener protección, grupos que te cuiden, la solución se vuelve más difícil.
-¿Como se manifiestan las amenazas?
-Más que todo vía telefónica y aparte de eso ellos utilizan el modo de salir a la calle, te buscan, te montan la cacería hasta que te agreden, así me agredieron las dos veces.
-¿Cuál ha sido la respuesta de la gobernación, del gobernador Teodoro Bolívar?
-Yo creo que sería bueno preguntarle a él mismo porque dijo que nos iba a dar protección, que iba a hacer algo pero hasta los momentos no he visto cuál sería la protección. Habría que hablar con él para ver cómo por fin va a ser la cosa. Yo estoy viendo que se nos está yendo de las manos, hay grupos dentro de las fuerzas de seguridad, dentro de los círculos politiqueros que de alguna manera u otra están escondidos detrás del poder económico y el latifundio para agredirnos a nosotros, y ahí es de donde vienen las amenazas, las agresiones, la impunidad
-¿Las milicias campesinas pueden ser, al menos en primera instancia, una respuesta contra las amenazas y atentados?
-Pueden serlo, pero hay que impulsarlas con más fuerza, allá en el Cojedes para ver a alguien de las milicias cuesta, es difícil. Lo recomendable es avanzar con mayor cantidad de grupos milicianos y organizarnos mejor para poder por lo menos defendernos.
-¿Quién es Manolo Toledo?
-El autor intelectual, él y otro más de apellido Zapata, son parte de los autores intelectuales. Todo el mundo en Cojedes sabe que ellos fueron los que me amenazaron, los que estaban detrás de mí, e inclusive los que pagaron el plan y organizaron todo, un descaro. Yo no sé de verdad qué ha pasado que no se ha ni siquiera buscado la solución a este problema, este señor sigue allá a sus anchas, sigue haciendo lo que le da la gana y sigue avanzando igual…
Sostiene Pimentel que debe haber una investigación en curso, pero que todo eso “está muy silencioso”. No percibe el movimiento campesino que se haya avanzado en ese caso, al menos para poder acusar a los autores intelectuales. Lo que trae a colación la sospecha de que factores dentro del poder judicial apliquen una operación morrocoy. Ante esta arremetida, el movimiento campesino marchó, protestó, se manifestó ante la opinión pública, se dieron ruedas de prensa, no solo con el caso de Pimentel, “pero el poder económico como que es más fuerte que el poder moral, el poder del pueblo. Persiste la impunidad”, señala el dirigente.
Por otro lado, Pimentel lanza su candidatura para diputado de la Asamblea Nacional en las elecciones internas del Psuv. “Estamos ahí midiendo”.
Una causa evidente
Han sido diecinueve los rounds jurídicos que Pimentel le ha ganado al latifundio. “Hemos demostrado que esas tierras son propiedad del Estado, no de ningún terrateniente, ahí están las pruebas. ¿Vamos a seguir diciendo que el terrateniente es el propietario? En los estudios de cadena titulativa que ha sacado el Inti junto con nosotros, con los mismos latifundistas, hemos demostrado con los mismos documentos que no tienen propiedad, ¿por qué arremeten entonces? Nosotros queremos que los terratenientes y los ganaderos también tengan derecho a la vida, pero no este odio perverso que es utilizar la fuerza de las armas en nuestra contra. Ricos estúpidos que creen que se van a llevar todo eso para el infierno o para donde vayan”. Con este fondo, queda en evidencia el ensañamiento que la terrofagia cojedeña le tiene a Pimentel, esta, también, es una arrechera histórica, una bronca que se explica sin rodeos en la misma lucha de clases, en la intransigencia acumulativa y matona de unos potentados que se creen con el derecho a todo, porque sí. Por supuesto, “trataron de ofrecerme hectáreas, y dinero, y yo les respondo ‘yo no tengo tierra, yo no tengo nada, la tierra es del Estado y de todos, la tierra no es mía’, no tengo ni un metro de tierra, lo que estoy haciendo es defendiendo el deber jurídico del que nunca ha tenido nada porque para mi concepto ese es el que hay que ayudar”, comenta.
“Ya no me caben más tiros”
Sin rodeos se tiene que decir: la guerra silenciosa en curso no para de acentuarse. El relato de Pimentel afortunadamente no goza del común denominador que alrededor de 220 dirigentes campesinos, a nivel nacional, han padecido. Desde una perspectiva médica, que Pimentel haya sobrevivido a siete tiros, de cuatro meses de coma tras haber perdido masa encefálica y que ahora camine luego de tener el cuerpo paralizado, si nos ponemos cursi se puede calificar de milagro, sin embargo, la realidad no necesita de interpretaciones romantizantes. “Me quedó un rencor, ya no me caben más tiros. A mí me da lástima el hombre cuando es cobarde porque ninguno dio la cara, ni siquiera pude ver quién fue, a los primeros sí pero al último ni siquiera porque me tiraron por la espalda. Que se vean la cara en un espejo, para que vean que dentro del alma de ellos no tienen nada, está vacía. Eso es lo que les quedó a ellos, el alma vacía”.
“Por eso les hago un llamado revolucionario cien por ciento a los camaradas que dejemos la discrepancia entre nosotros, debemos luchar de verdad y yo creo además que hay que prepararnos, va a llegar el momento de sacarnos las caretas, quiénes somos y más nada. O somos revolucionarios o somos contrarrevolucionarios, ¿o qué es lo que pasa aquí? Porque yo veo a muchas personas que hablan de revolución y por detrás andan con el enemigo, haciendo negocios, cosas que yo no admito y que nadie lo va admitir, siendo revolucionarios”.
“Desde el año 99 para acá, cuando empezó el problema del sicariato, contra la Ley de Tierras había mucha represión en contra del sector campesino, y nosotros somos los que como pueblo hemos pagado esa cuota con la vida. Y a mi me duele bastante, al fin y al cabo son almas que no tienen la culpa. Que por estar defendiendo a la patria, a los hermanos campesinos, un ciudadano más pues, tuvieron que ser víctimas de ese fantasma llamado el sicariato, a nadie le deseo que caiga en eso”.

lunes, 8 de marzo de 2010

Adobes con Cayapos y Tiuna El Fuerte

Temprano, tipo 6 am, preparando la tierra, la paja y el sancocho, y jodiendo:


Pisando barro y jodiendo:


Utilizando los moldes para los adobes, y jodiendo:


Llenando una carretilla con barro, y jodiendo:


Usando el molde, grabando, echando fotos y jodiendo:


Free Style con cuatro, mandolina, tobo, botella y maracas:


Hip Hop con cuatro y mandolina:




La hora de la conversa, en serio y jodiendo:







































Cultura y organización: pa luego es tarde

Baleryns López

En la vía a no sabemos qué parte, pero seguro que no queremos quedarnos pegados en el camino ya recorrido y viejo, estamos atascad@s. Esto es evidente. No hay proyecto de cultura a nivel nacional, no hay ley orgánica, no hay reivindicaciones alcanzadas, no hay unión en nuestro ámbito y mucho menos líderes. En este arduo intento de todos los días existen muchas individualidades que han aportado su grano de arena, que han tomado iniciativas que han permitido que nos veamos las caras. De estás iniciativas tenemos muchos saldos: papeles, documentos, vídeos y experiencias. De estos saldos creo el más trascendente el de la experiencia, porque los papeles no son nada si no hay quien los motorice, quien los destruya para elaborar nuevos. La experiencia lo único que nos demuestra es nuestra incapacidad para impulsar una propuesta que permita la concreción de alguna de nuestras aspiraciones en lo reivindicativo y en lo organizativo.

Qué hacer? No sé, no sabemos, de seguro tenemos alguna idea al respecto, pero.... pero qué son las ideas (proyecto-propuestas) aisladas en nosotros mismos o en nuestro entorno, qué es un hombre o una mujer sól@s? seguro que no podrán procrear nada. Y entonces cuando alguno toma la iniciativa lo vemos de reojo, comienza la intriga, y qué querrá, cuál es su intención, ha bueno si élella me convoca no voy, ha élella forma parte de tal o cual organización donde esta aquel fulano que seguro esta pendiente de algo porque le gusta aparecer...y empezamos a hablar mal de los que compañer@s, y es que este tipo de personajes prefiere mil veces quedarse sol@ en la casa masturbándose el cerebro con cuasi arrecheras izquierdosas que salir a enfrentar el peo como un peo colectivo. No lo pude evitar, y no lo siento, tenían que salir alguna de esas palabras que no puedo evitar.

Y es que el problema es un problema colectivo y planetario claro, pero para empezar colectivo y alguien tiene que tomar la iniciativa, no hay líderes en la vaina cultural y ojala los hubiera, si los hubiera otro gallo cantaría, tal vez en vez de cantar el himno en el barrio al estilo montuno estaría cantando una de Florentino, Gino o la que le diera la gana a la comunidad del gallo o la que al gallo se le ocurriera. Hasta ahora tenemos libertad de reunión, ya la cuarta pasó, por lo menos no nos van a disparar por hacer una pinta, todavía tenemos cancha para proponer y sino para imponernos con la fuerza del que quiere la concreción del sueño colectivo, y trillada y todo, reusada y todo, mal gastada y todo pero: en la unión está la fuerza carajo.

Yo me pregunto y espero se pregunten también: cuál es ese sueño, el gran sueño, cuál es el sueño mínimo a alcanzar, cómo lograr una pequeña parte del sueño sin que se nos desquebrajen los principios? cómo saber que ese sueño es el sueño de tod@s? Abajo las reuniones, propongo borremos esa mala palabra de nuestro dialecto, al igual que articulación y me pregunto, les pregunto, cuándo nos encontramos para conversar sobre nuestros sueños con guayoyo y acemitas, y entonces? Pa luego es tarde.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Llegó El Cayapo 38 (cañón corto) promoviendo los ignorares

Cecilio Canelón

Enfrentarse a un Cayapo es una faena dura, más o menos traumática. No es la clase de documentos o lecturas que usted aborda y a los diez minutos ya ni se acuerda o no le importa su contenido. Si usted se toma en serio la tarea de leer un Cayapo (o intenta leerlo, o al menos doblarlo como estaba antes que usted lo desguazara) usted no dormirá tranquilo esa noche. Muchas cosas quedarán revoloteando en su mente. Es probable que no quede contento, satisfecho o agradecido, y esa es precisamente la idea: que usted se inquiete, que se quede pensando y nombrándole la madre a los editores. Leer por primera vez un Cayapo recuerda la primera rasca con anís: usted pasa un rato fino pero al final siente que algo no anda bien. Hasta que las tripas se le rebelan y usted termina maldiciendo. Pero más temprano o más tarde uno vuelve por el anís. Porque la pea y el ratón se le quedaron en el subconsciente.

Recuerdo la primera vez que tuve en las manos un ejemplar de El Cayapo, la impresión que me dejó. No pude y no puedo llamarlo “periódico” porque no cumple con el requisito de la periodicidad (no es diario ni semanal ni mensual ni bimestral ni nada) y porque su forma, su diseño, su formato, no cuadra con eso que nos acostumbraron a llamar “periódico”: un Cayapo no es el clásico librito donde uno sabe que después de la página 1 viene la 2 y después la 3, no señor. Usted mira al Cayapo, lee unas pocas líneas del “edichorrial” (un editorial cayapérico) y quiere voltear la página, y ahí empieza la pesadilla. Primero porque “voltear la página” tampoco es un trámite fácil: usted no puede hojear un cayapo, tiene que desarmarlo. Después de la página que uno supone que es la 1 no viene la 2 sino una solapa; después, un pliego grande; después otra solapa, después algo que parece un afiche y después una página que parece “normal”.

Se detiene uno en la página con aspecto normal, aliviado, y es como levantarse a una morena que uno supone que maneja los mismos códigos que uno, pero no: la bicha te empieza a hablar en sánscrito antiguo, con un discurso que no es nada normal (era la pinta nada más). Te dice, por ejemplo, una herejía como esta: “Si usted como pobre medio piensa, y trata de preguntarse qué coño hacían sus abuelos y los abuelos de ellos durante los gloriosos episodios de traspaso de un propietario español a uno criollo del país en el que pusieron a trabajar al pelabola extraoficialmente encargado de transformar la historia, de pelear en su guerra, de compartir las convicciones de los grandes cacaos tarde o temprano sin considerar que desde mucho antes de eso ya era patá, mordisco y kunfú resistiendo al exterminio blanco contra el que sus abuelas tenían que echarle un cerro para no caer, o caían; en fin, si usted cree que el cuento del bicentenario es con usted porque sí, sin anestesia, sin vaselina, sin sospechar un mínimo indispensable, cierre el periódico, apague la pistola y constate a ver si sus tatarabuelos estaban en la foto del 19 de abril de 1810, o, manquesea, en el retrato de familia que Lovera o Michelena sacaron pal 5 de julio de 1811, y si ahí ve a su negro, pardo o indígena tatarabuelo (porque la abuela ni de vaina) incorporado a ese sagrado episodio de la memoria nacional, avise donde y notifique a esta redacción qué consume y comparta”.

Así que está en la calle el número 38 de El Cayapo, una experiencia que comenzó el año 1998. La lista de gente que lo hace, lo dobla y lo distribuye es gigantesca, así que mejor ni intentar nombrarlos a todos. Así que saludos a Ramón Mendoza (el cayapo mayor) y a la iniciativa que los desvela: el Encuentro Mundial de Ignorares, que se anuncia bueno y sabroso porque es el opuesto de los Encuentros de Saberes.