Tuve que esperarlo durante dos horas más de lo previsto porque se encontraba en la sede regional del INTI realizando una labor para la cual se le llamaba con alguna frecuencia: mediar entre dos grupos de campesinos que tenían desacuerdos. Pimentel es un líder carismático y se ha hecho respetar entre sus colegas, entre las autoridades regionales y locales, entre los campesinos organizados de todo el país (de quien sí no ha obtenido respeto es de unos cuantos terratenientes, de esos que consideran a la propiedad privada -de ellos- más importante que la vida -de otros-). Finalmente, el encuentro se dio en un local de San Carlos (Cojedes), a unos 200 metros de donde atentaron contra su vida el 4 de marzo. Setenta y dos horas después de esta entrevista han vuelto a atentar a balazos contra la vida de José Pimentel.
Casi toda la conversación giró en torno a la primera vez que lo atacaron a balazos, y sobre las circunstancias de ese atentado.
"No sabía que era conmigo"
Relató que ese día (4 de marzo de 2009) se encontraba con un grupo de ocho amigos en la pizzería Sagitario, en el centro de San Carlos, en horas del mediodía. Que de pronto un sujeto se paró frente al grupo y comenzó a dispararle. "Yo ni siquiera sentí los tiros, nada más me puse al igual que los demás a tratar de apartarme, porque no sabía contra quién estaba disparando aquel hombre. Hasta que me vi un chorro de sangre en el brazo izquierdo; entonces me di cuenta de que era conmigo la cosa". Eso que Pimentel llama "la cosa", en su primera parte, terminó con dos balazos en su cuerpo: uno en el brazo y uno en el pecho. Luego el sujeto se subió de parrillero en una moto, en la cual lo esperaba el conductor. Al ver que el dirigente campesino todavía estaba de pie, tomó la pistola con la otra mano (la izquierda) y efectuó desde la moto varios disparos más. Esta vez una bala lo alcanzó en el pecho y otra en el rostro. La bala entró por la mejilla y salió por la partte de atrás del cuello, sin afectar ningún órgano. En la pizzería-heladería donde ocurrieron los acontecimientos todavía quedan huellas de los impactos de bala, en la puerta, la pared y una mesa. No hace falta que Pimentel confiese ser religioso o que en efecto lo sea, pero en cada minuto de su relato se detiene para comentar que fue Dios quien decidió que saliera de esa con vida.
Sus compañeros lo trasladaron al hospital, que queda a unas ocho cuadras. Allí le dieron los primeros auxilios y lo internaron de emergencia, pero sus familiartes y el Movimiento Campesino Jirajara gestionaron su traslado a otra parte, ya que nada que esté en jurisdicción del estado Cojedes les merece confianza (sobre esto versará la siguiente parte de esta nota). Fue llevado entonces al Hospital Militar de Caracas. A José Pimentel se le descompone el rostro recordando el dolor de aquel traslado: "Me llevaron en el helicóptero-ambulancia hasta Maiquetía. Desde ahí al hospital la ambulancia tardó como dos horas, no sé por qué razón. Cada vez que esa bicha caía en un hueco yo sentía que me estallaba el pecho. Tenía varias costillas fracturadas".
Pimentel muestra las heridas producto del primer atentado
Más que amenazas
Pimentel, de 49 años, pertenece a un movimiento de campesinos que ha tomado varios fundos de los cuales se había denunciado ante el INTI (y anteriormente ante el IAN) que estaban improductivos y que pertenecían al Estado. Las familias Boulton y Toledo aseguran ser dueñas de la titularidad de esas tierras, ubicadas en La Flecha, San José y Manfralex. "Son tierras clases 1, 2 y 3, aptas para cultivo; quienes dicen ser sus dueños las han destinado a ganadería". A razíz de estas tomas Pimentel y sus compañeros comenzaron a recibir amenazas, y algo más: en octubre de 2008 a una familia le quemaron la casa e intentaron violar a una mujer frente a sus hijos, a quienes los inmovilizaron colocándoles pistolas en la boca.
"Una vez estábamos haciendo una inspección con funcionarios del INTI y nos cayeron seis hombres a caballo, armados y amenazándome directamente. Me dijeron que me saliera de esas tierras porque yo era el 'chicharrón' de ellos. A esos hombres los capturaron y los llevaron al comando policial de Las Vegas, pero la jueza Primera de Control fue allá en persona a decir que soltaran a esos muchachos, y los dejaron libres".
A raíz de estas situaciones, Pimentel solicitó para sí una medida de protección policial, misma que le fue concedida por la jueza 4ta., de Control del estado Cojedes, Romelia Collins. Al cabo de unos pocos días la medida fue revocada a petición de la abogada Adelaida Pérez, y Pimentel fue a los tribunales a pedir una explicación. El productor agrícola no sabe si contar lo que le dijeron con humor o indignación: "El presidente del Circuito Penal me dijo en mi cara que me dejara de esas cosas, que no me metiera en problemas, porque el dueño de la finca Manfralex, Manuel Toledo, era su amigo". Volvió entonces a pedir protección policial, la cual le fue negada hasta que el 4 de marzo lo agredieron a tiros. Desde entonces hasta el viernes 11 de septiembre, fecha del segundo atentado, contó con el acompañamiento de un funcionario policial.
"Ahora ando todo el tiempo a la defensiva", me confesaba Pimentel. "A veces se me acerca a saludarme alguien que no conozco o no recuerdo y me pongo tenso, porque no sé si es alguien que viene a joderme. Igual cuando me paro en el semáforo y me pasa un motorizado por el lado". Ese era el estado anímico de Pimentel para el momento del segundo atentado.
¿Y las autoridades del estado y del municipio?
"El alcalde y el gobernador se movieron bastante cuando me tirotearon, se comportaron a la altura. Pero después de eso ya es imposible hablar con ellos".
El testigo que no fue
Hay dos detenidos en San Carlos por el primer intento de asesinato. Son ellos Wranglelhits Enrique Pacheco y Melquiades García. El primero es el sicario que le dio los cuatro tiros a José Pimentel, y el segundo un taxista encargado de contratarlo. "Por supuesto que el taxista lo que hizo fue subcontratar al otro, yo no conozco a ese señor ni tengo problemas con él. Yo sospecho de los dueños de los fundos tomados, pero creo que las investigaciones no llegarán tan arriba, al menos mientras el juicio esté radicado en Cojedes. Por fortuna van a radicarlo en Aragua por orden del TSJ".
En esta clase de enredos siempre hay daños colaterales, y en este en particular el perjudicado fue Mario José Santacci, un humilde parquero de la pizzería donde atentaron contra Pimentel. Hace dos semanas lo emboscaron al salir de su trabajo y lo asesinaron de 15 disparos. Pimentel había hablado con él porque pudo haber sido testigo del atentado, pero Santacci no fue a trabajar ese día. "Creo que lo vieron hablando conmigo y se la cobraron", es el dictamen de José Pimentel. Hay un sujeto, familiar del taxista detenido, que se fugó de un retén de menores la noche del asesinato y regresó en la madrugada. Hacia allá se dirigen las investigaciones.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario