viernes, 29 de febrero de 2008

A raiz de otro 27F


Del 27F89 mucha vaina se ha dicho. Admitimos que muchas de esas vainas, nunca fueron de nuestro agrado, pero en términos generales eran opiniones y comentarios acertados o compartidos.
Apenas ayer se cumplieron 19 años de tal acontecimiento. Incluso alguien nos espetó con que después del 27F vino la revolución, en clara referencia al 4F (este es uno de los que no nos gusta). Esa afirmación nos dio como un escozor. Nos causó un cierto no sé qué. Razón por la cual nos vemos obligados a realizar unas cortas precisiones sobre tal afirmación.
En los años ochenta, dentro de universidades, liceos, colegios universitarios, barrios como La Vega, 23 de Enero, Catia, Propatria, El Cementerio, entre otros tantos de Caracas y en todo el territorio nacional, existían grupos y personas con una clara visión de la realidad del país. Personas y grupos comprometidos con la vida y en franca lucha en contra del sistema de gobierno impuesto desde las cúpulas políticas y económicas. Personas y grupos a quienes no les hizo falta una fecha tan nefasta y triste para entender que debíamos insurgir en contra de ese poder opresor, hambreador y excluyente. Personas y grupos que nunca hubiesen permitido que esa bochornosa fecha llenara más de dolor a nuestro pueblo. Personas y grupos que desde hacía años estábamos dando muestras, claras muestras, de inconformidad y resistencia. Y que dentro de esos constantes pataleos hacíamos una revolución (con plomo y candela, además).
Para nosotros, el 27F no fue ningún punto de partida de nada, fue la continuación de algo por lo cual pagamos con sangre, hombres y mujeres, compañeros de vida (olvidados y negados por esta moderna revolución) caídos en una lucha desigual contra un Estado que usó todo su poder económico y militar para reducir a quienes desde siempre han estado haciendo revolución. Reducción física y moral. La muerte era esperada en cada protesta, y siempre llegaba, cobrando su cuota de sangre y dolor. Pero también la reducción moral estaba a la orden del día: Locos, ultrosos, guerrilleros, infiltrados, fanáticos, desobedientes, entre otras cosas eran repetidas y escuchadas a diario en pasillos y callejones.
Hoy, muchos de aquellos que se hicieron eco de la reducción moral de esas personas y grupos, se encuentran encumbrados en las esferas del poder, y siguen mirando con desprecio a quienes se empeñan en que la revolución sea de verdad. Y como ayer, gritan locos, violentos, contrarrevolucionarios, agentes del imperialismo y hasta espías de la cia.
A muchas de esas personas y grupos no les hacía falta más sangre ni mayores arrecheras, ya era suficiente con la sangre corrida y el hambre sufrida, para dar un paso adelante en procura de una nueva patria. Claro, aunque eran firmes pasos, eran pequeños ante el tropel de botas que nos atropellaba.
Por personas y grupos como estos, comprometidos desde siempre, es que ese san benito del coño de que los estudiantes y el pueblo no hicimos un carajo el 4F, ya me tiene las bolas acatarradas. Por qué carajo nadie dice nada de los militares hijos de puta que dejaron un poco de gente embarcada en las alturas del barrio La Vega, por sólo citar uno de muchos lugares. Gente de pueblo, estudiantes universitarios, familias que esa noche del 3 de febrero abrieron las puertas de sus casas dispuestas a brindar toda la ayuda posible para que sus hijos, esposos, hermanos, amigos se enfrentaran a tiros a los esbirros de la cuarta república.
Por qué nadie se pregunta por los militares cobardes que arriesgaron la vida de miles de personas que esperaron por unas armas que nunca llegaron. Ya basta de acusar a los sectores históricamente comprometidos en aquellos hechos del 4F y que no pudieron participar por la cobardía de algunos militares que no cumplieron con su palabra, y a quienes hoy nadie pareciera o quisieran recordar.
Seguro estamos que si esos grupos en universidades y barrios hubiesen contado con los recursos suficientes, léase armas, el 27F no existiría y menos representaría lo que hoy. Esos grupos denostados hoy, acusados de irresponsables y no sé cuántas vainas más, tenían la claridad y firmeza suficientes para frenar a Carlos Andrés Pérez antes de coronarse por segunda vez. Esas personas y grupos, con toda seguridad hubiesemos derrocado y enjuiciado a Jaime Lusinchi para cobrarle por tanto crimen y saqueo.
Esta vaina no es un problema de bolas, sino de oportunidades, y simplemente otros tuvieron la oportunidad.


Anoche oí a Chávez. Lo que oí, me hace suponer que esa arrechera del 27F89, hoy, sería considerada un acto grave de indisciplina, ¿o no?

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